Martin Luther King: tu esfuerzo impulsado por tus sueños

Martin Luther King: tu esfuerzo impulsado por tus sueños

“¿Quieres felicidad?, trabaja por la paz”.

Según es tradición en nuestra casa de estudios, el Tema Sello 2018 está inspirado en nuestros valores institucionales, en concreto, en el esfuerzo y la excelencia, base de nuestro sello.

La excelencia se refiere al logro de un perfeccionamiento personal como fruto del esfuerzo diario y continuo, tanto en el estudio como en el trabajo bien hecho y responsable. Así, la mejor medida de superación personal soy yo mismo con todo lo que puedo dar de mí. Este esfuerzo procede siempre de un motivo que nos mueve, o una meta que alcanzar. Recientemente lo ha señalado así el Papa Francisco a los jóvenes en Chile, mostrándoles que “madurar, la verdadera madurez es llevar adelante los sueños, las ilusiones de ustedes, juntos, confrontándose mutuamente, discutiendo entre ustedes, pero siempre mirando para adelante, no bajando la guardia, no vendiendo esas ilusiones y esas cosas” (Papa Francisco, Discurso a los Jóvenes, Maipú, 17 de enero de 2018). Los sueños más profundamente arraigados impulsan el esfuerzo y marcan el camino hacia la felicidad, y cuanto más elevado sea ese sueño, esa meta, es más arduo el camino, pero más merece la pena.

Este camino hacia la excelencia a través del esfuerzo lo ha vivido el personaje de este año: Martin Luther King, precisamente en su 50° aniversario de muerte (4 de abril de 1968). Este hombre fue capaz de luchar por su sueño, plasmado al decir que

“mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad” (Discurso en Washington D.C., 28 de agosto de 1963).

Su sueño de paz, de igualdad de oportunidades e integración se convirtió en un modo de vida a cuyo servicio puso todas sus cualidades y esfuerzo. La búsqueda de la felicidad trabajando por la paz de su tierra, marcó la historia de su país y del mundo entero, precisamente porque descubrió en cada persona un hermano, un hijo de Dios. Su vida es una invitación a ser “artesanos de unidad”, entre nuestros amigos, nuestra familia, nuestro barrio y el país, como pidió el Papa en Temuco, con el esfuerzo de cada uno impulsado por sus sueños.

Bajo el lema M. Luther King: tu esfuerzo impulsado por tus sueños “¿Quieres felicidad?, trabaja por la paz”te proponemos potenciar el esfuerzo personal y conjunto para lograr la excelencia propia de lo que cada uno somos como personas, sin renunciar a nuestros sueños e ideales. Quizás no recibamos, como él, un premio Nobel por la paz, pero seguro que sí podemos contribuir a la felicidad personal y de cuantos nos rodean, que puede tener más valor que un Premio.

Martin Luther King Jr. fue un activista y pastor baptista estadounidense del siglo XX (nació el 15 de enero de 1929 en Atlanta y falleció el 4 de abril de 1968 en Memphis a los 39 años de edad) conocido principalmente por:

– Luchar pacíficamente contra la segregación y discriminación racial en Estados Unidos.

– Recitar el famoso discurso «I have a dream».

Martin Luther King Jr. nació en Atlanta un 15 de enero de 1929. Fue el mediano de tres hermanos fruto del matrimonio de Martin Luther King Sr. y Alberta Williams King. Luther King fue originalmente bautizado como Michael King Jr. (nombre natal de su padre), pero tras un viaje de la familia a AlemaniaMichael King Sr. decidió cambiar su propio nombre y el de su hijo por Martin Luther King, en honor al teólogo agustino Martín Lutero.

A los 15 años, King Jr. ingresó en la Morehouse College, una universidad destinada a jóvenes afroamericanos de la cual egresaría graduado en sociología tres años más tarde. Estudiante perenne, se mudó al noreste del país (Pensilvania y Boston) para continuar sus estudios de posgrado y especializarse en teología. Se licenció en esta disciplina a los 22 años y consiguió el grado de doctor por la universidad de Boston cuatro años más tarde. Conoció y utilizó la doctrina de Santo Tomás de Aquino en su tesis doctoral en filosofía, “Una comparación entre la concepción de Dios en el pensamiento de Paul Tillich y Henry Nelson Wieman”. Así se aprecia en el siguiente texto:

Tillich y Wieman son unánimes en negar la categoría de la personalidad a Dios. Ellos dicen que referirse a Dios como una persona es limitarlo. Tanto Tillich y Wieman sostienen que Dios es “supra-personal”.  Ahora bien, si esto significa que la Deidad representa un tipo superior de conciencia y voluntad de la que es representada por la personalidad humana, simplemente se dice lo que ya se ha sostenido por casi todos los teístas personalistas.

Como dice Tomás de Aquino: “El término persona se aplica apropiadamente a Dios; no obstante, no de la forma en que se aplica a las criaturas, sino de una manera más excelente (via eminentiae).”

Durante esta época llegaron a sus manos textos e información de una de las personas que más influirían en su forma de ver y vivir la vida: Mahatma Gandhi, especialmente por su defensa y práctica de la lucha no violenta como el único camino acorde a la dignidad de la persona para lograr el reconocimiento de la justicia social. En 1954, a los 25 años de edad, fue nombrado pastor de la Iglesia baptista de Dexter Avenue (Montgomery, Alabama). Muchos de los discursos allí pronunciados encierran su filosofía de vida cristiana impulsora de la lucha inteligente, valiente pero nunca violenta, en pos del bien. Se encuentran recogidos en el libro La fuerza de amar El uso del mal solo genera un mal mayor, la violencia no puede generar más que violencia. Al respecto dijo:

La última debilidad de la violencia es que es una espiral descendente, que engendra lo mismo que busca destruir. En lugar de debilitar el mal, lo multiplica. Utilizando la violencia, podéis matar al mentiroso, pero no podréis matar la mentira, ni restablecer la verdad. Utilizando la violencia, podréis asesinar al rencoroso, pero no podréis matar el odio. De hecho, la violencia hace simplemente crecer el odio. Y esto continúa. Devolver el odio por el odio multiplicado al odio, añadiendo una oscuridad todavía más profunda que una noche sin estrellas. La oscuridad no puede esconder la oscuridad: sola la luz puede hacer esto. El odio no puede esconder el odio: solo el amor puede hacer esto. (Keep Moving From This Mountain, Sermón en el Temple Israel de Hollywood, 25 de febrero de 1965). 

En el año 1955, a raíz del arresto de Rosa Parks, una mujer negra, tras negarse a ceder su asiento de autobús a un hombre blanco (tal como exigía la ley racial), King decidió iniciar una protesta no violenta en contra de la segregación racial que sufría su ciudad. Aprovechando la resonancia que tenía como pastor, sugirió a la población negra de Montgomery no utilizar el transporte público hasta que ese tipo de manifestaciones racistas se erradicaran por completo. Un año después del comienzo del boicot contra los autobuses, pasando por penurias, ser objeto de violencia, o caminatas de hasta 30 kms para ir al trabajo… se declaró ilegal la segregación racial en los transportes públicos de la ciudad.

King expuso en 1958 su punto de vista sobre la segregación racial y la espiral de desigualdad y de odio que provocaba en su libro Stride toward freedom; the Montgomery story (‘La marcha hacia la libertad; la historia de Montgomery’). Afirma: “Con frecuencia, los hombres se odian unos a otros porque se tienen miedo; tienen miedo porque no se conocen; no se conocen porque no se pueden comunicar; no se pueden comunicar porque están separados”.

El año siguiente, en 1959 escribió el libro The measure of a man (‘La medida de un hombre’), un intento de describir una estructura óptima de sociedad política, social y económica, libro del que se extrajo el ensayo What is man? (¿Qué es un hombre?).

El éxito en Montgomery hizo famoso el nombre de Luther King por el país y cada vez eran más los seguidores y activistas que se unieron a la lucha por la igualdad racial. Durante los primeros meses del 1963 apoyó una fuerte y sostenida campaña en la ciudad de Birmingham, una de las ciudades más segregacionistas de USA. El objetivo era que la sociedad entrara en una crisis que hiciera necesaria la negociación, cosa que se logró tras múltiples marchas no violentas, sentadas, y una potente retransmisión mediática de acciones violentas perpetradas contra los negros (que conmocionó la opinión pública e inclinó la balanza política a su favor). Durante la campaña en mayo fue encarcelado un tiempo y desde la cárcel escribió una famosa carta de la que extractamos lo siguiente:

Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre las dos? ¿Cómo se determina si una ley es justa o injusta? Una ley justa es un código humano que se ajusta a la ley moral o ley de Dios. Una ley injusta es un código que no está en armonía con la ley moral. Para decirlo en términos de Santo Tomás de Aquino: Una ley injusta es una ley humana que no está enraizada en la ley eterna o ley natural. Una ley que eleva espiritualmente la personalidad humana es justa. Toda ley que deroga la personalidad humana es injusta. Todos los estatutos de la segregación son injustos porque la segregación distorsiona el alma y daña la personalidad. Le da al segregador un falso sentido de superioridad y al segregado un falso sentido de inferioridad…

En 1963, en pleno auge de su causa, encabezó, junto a otras 250.000 personas, una marcha por Washington en la que abogó, especialmente, por mejorar las condiciones de vida e integración de la población negra del sur del país. En esa protesta pacífica, la mayor que ha vivido la capital estadounidense en toda su historia, recitó su famoso discurso «I have a dream». Fue el histórico 28 de agosto. En su discurso ante la multitud congregada frente al monumento a Abraham Lincoln, enfatizó su convencimiento de que llegaría un día en que desaparecerían todas las barreras sociales y raciales en Estados Unidos. Finalmente, el presidente Johnson firmó la Civil Rights Act ante Martin Luther King, el 2 de julio de 1964.

El 14 de octubre de 1964, con tan solo 35 años, recibió el Premio Nobel de la Paz (es actualmente la persona más joven en recibir esta distinción). En su discurso dijo:

Creo que la verdad desarmada y el amor incondicional tendrán finalmente la palabra. Porque el bien, incluso temporalmente vencido, es más fuerte que el mal triunfante”.

Tras recibir el Premio Nobel de la Paz, Luther King continuó su lucha por la igualdad de la raza negra (derecho a voto, etc) hasta que un 4 de abril de 1968 fuera asesinado en un motel de Memphis por James Earl Ray. De esto se cumplen ya 50 años. Se había desplazado allí para apoyar a los basureros negros. La noche anterior pronunció un discurso profético:

No es verdaderamente importante lo que ahora ocurre… Algunos han comenzado a […] hablar de amenazas que se perfilan. ¿Qué es lo que me podría ocurrir por parte de uno de nuestros malvados hermanos blancos? … Como todo el mundo, a mí me gustaría vivir mucho tiempo. La longevidad es importante, pero eso es algo que ahora no me preocupa. Yo solo quiero cumplir la voluntad de Dios. ¡Y él me ha autorizado a subir a la montaña! Y he mirado en torno a mí y he visto la tierra prometida. Puede que yo no vaya allí con vosotros. Pero quiero que sepáis esta noche que nosotros llegaremos como pueblo a la tierra prometida. Y estoy muy feliz esta noche. No tengo ningún temor. No tengo miedo de ningún hombre. ¡Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor!

Entre 1957 y 1968, King había recorrido más de 9,6 millones de kilómetros, hablado en público más de 2500 veces, arrestado por la policía más de veinte y había sido agredido físicamente al menos en cuatro ocasiones.

Desde muy joven decidí dar mi vida por algo eterno y absoluto. No por los pequeños dioses que están hoy aquí y mañana se han ido, sino por Dios que es el mismo ayer, hoy y siempre” (Redescubriendo los valores perdidos, 28 de febrero 1954).

  • “Si protestas con coraje, dignidad y amor cristiano, cuando los libros de historia se escriban en el futuro los historiadores reconocerán que en esos tiempos vivieron grandes personas que dieron un nuevo sentido y dignidad a la civilización” (Discurso en el estado de Alabama, 31 de diciembre 1955).
  • El amor es el poder más duradero del mundo. Esta fuerza creativa, tan bien ejemplificada en la vida de nuestro Cristo, es el instrumento más potente disponible en la búsqueda de la humanidad por la paz y la seguridad”. (Sermón Loving Your Enemies, 1957).
  • Las personas se odian a menudo porque se temen; se temen porque no se conocen, no se conocen porque no se saben comunicar; no se saben comunicar porque se hallan separadas” (Strive Toward Freedom: The Montgomery Story, 1958).
  • “Todo lo que vemos ahora es una sombra de todo lo que veremos” (La medida de un hombre, 1958).
  • “Si mi vida, con las pruebas, tribulaciones y dificultades que he enfrentado para mi pueblo no ha demostrado mi coraje, entonces no hay manera de que pueda convencer más. He vivido en medio de amenazas, intimidación, violencia física e incluso muerte, y sin embargo nunca he huido de la situación. He instado a mi pueblo en todo momento a luchar contra la segregación e incluso a desobedecer las leyes de segregación para excitar y despertar la conciencia de nuestra nación.
  • Voy a seguir haciendo esto, pero lo haré con el espíritu correcto. Nunca permitiré que ningún hombre me arrastre tan bajo que me haga odiarlo; y sobre todo nunca me amargaré.” (15 junio 1959).
  • “Nosotros no hacemos la historia. La historia nos hace a nosotros.” (La fuerza del amor, 1963).
  • “Un disturbio es el lenguaje de los no escuchados.” (Discurso en Birmingham, Alabama, 31 diciembre 1963).
  • Si el hombre no ha descubierto nada por lo que morir, no es digno de vivir.” (Discurso en Detroit, junio, 1963).
  • “Si la vida es el precio que debo pagar para que mis hermanos y hermanas sean libres de una permanente muerte del espíritu, entonces nada puede inspirarme más.” (Tras ser amenazado de muerte, 5 junio 1964).
  • “Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos.” (“Why We Can’t Wait, 1964).
  • “Tenemos que vivir juntos como hermanos o perecer juntos como necios.” (Discurso St. Louis, 22 de marzo 1964).
  • Siempre es el momento apropiado para hacer lo que es correcto.” (Discurso en Oberlin, 1964).
  • Ninguna mentira vive para siempre.” (Finalizando la marcha de Selma a Montgomery, 1965).
  • “Nuestras vidas empiezan a terminar el día que guardamos silencio sobre las cosas que importan.” (Discurso en Selma, 1965).
  • Devolver odio por odio multiplica el odio, añade una oscuridad más profunda a una noche ya desprovista de estrellas. La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad: sólo la luz puede hacer eso. El odio no puede expulsar al odio: sólo el amor puede hacer eso.” (Where Do We Go From Here?” Chaos or Community? (1967), p. 62).
  • Paz no es sólo una meta distante que buscamos, sino un medio por el cual llegamos a esa meta”. (“A Christmas Sermon on Peace,” The Trumpet of Conscience, 24 de diciembre 1967)
  • “Si un hombre es llamado a ser barrendero, debería barrer las calles incluso como Miguel Ángel pintaba, o como Beethoven componía música o como Shakespeare escribía poesía. Debería barrer las calles tan bien que todos los ejércitos del cielo y la tierra puedan detenerse y decir: aquí vivió un gran barrendero que hizo bien su trabajo” (Discurso en Barratt Junior High School en Philadelphia, 1967).
  • “Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano” (Sermón en Ebenezer Baptist Church, 4 de febrero 1968).
  • “Sólo quiero hacer la voluntad de Dios. Él me permitió subir a la montaña y mirar más allá y he visto la tierra prometida. Yo no puedo ir allí contigo pero quiero que sepas que nuestro pueblo llegará a la tierra prometida.” (Discurso en Memphis, noche antes de su asesinato, 3 abril 1968).
  • Tengo un sueño: que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo. Nosotros sostenemos como evidente esta verdad: Todos los hombres son creados iguales” (Discurso, Marcha Washington DC, 28 agosto 1963).
  • “Yo tengo un sueño: que mis cuatro hijos vivirán en una nación donde no se les juzgará por el color de la piel sino por sus cualidades” (Discurso, Marcha Washington, 28 agosto 1963).
  • “El caluroso verano del legítimo descontento de los negros no acabará hasta que llegue el otoño de la libertad y de la igualdad” (Discurso, Marcha Washington, 28 agosto 1963).
  • “Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad” (Discurso “Yo tengo un sueño”, Washington, 1963).
  • “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas. Tengo un sueño, que mis cuatro hijos pequeños podrán vivir en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel, sino por el valor de su carácter” (Discurso en Washington, 28 agosto 1963).
  • ¡Aunque en un principio me decepcionó ser calificado como un extremista, mientras seguía pensando sobre el asunto, gradualmente fui ganando una medida de satisfacción de la etiqueta! ¿No fue Jesús un extremista del amor?: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.” ¿No era Amós, un extremista de la justicia?: “Corra el juicio como las aguas y la justicia como arroyo impetuoso” ¿No era Pablo un extremista del Evangelio cristiano?: “Yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”. ¿No fue Martín Lutero, un extremista?: “Aquí estoy, no puedo hacer otra cosa, que Dios me ayude”. ¿Y John Bunyan?: “Voy a permanecer en la cárcel hasta el fin de mis días antes de hacer una carnicería de mi conciencia”. ¿Y Abraham Lincoln?: “Esta nación no puede sobrevivir como mitad esclava y mitad libre”. ¿Y Thomas Jefferson?: “Sostenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales…” Así que la pregunta no es si vamos a ser extremistas o no, sino, ¿qué clase de extremistas seremos? ¿Seremos extremistas por odio o por amor? ¿Seremos extremistas por la preservación de injusticia o por la extensión de la justicia?»  (Carta desde la cárcel de Birmingham, 1963).
  • “La debilidad fundamental de la violencia es que es una espiral descendente, que engendra lo mismo que busca destruir. En lugar de disminuir el mal, lo multiplica. A través de la violencia puedes matar al mentiroso, pero no se puedes matar la mentira, ni establecer la verdad. A través de la violencia puedes matar al que odia, pero no matas el odio. De hecho, la violencia no hace sino aumentar el odio. Así sucede […] Devolver odio por odio sólo multiplica el odio, añadiendo oscuridad más profunda a una noche ya desprovista de estrellas. La oscuridad no puede echar fuera la oscuridad: sólo la luz puede hacer eso. El odio no puede echar fuera al odio: solo el amor puede hacer eso” (Carta desde la cárcel de Birmingham, 1963).
  • La cuestión no es si nosotros seremos extremistas sino qué tipo de extremistas seremos” (Carta desde la cárcel de Birmingham, 16 abril 1963).
  • “Nuestra generación no se arrepentirá de las obras y de las palabras de las malas personas sino del silencio de la buenas personas” (Carta desde la cárcel de Birmingham, 16 abril 1963).
  • “Creo que la verdad desarmada y el amor incondicional tendrán la última palabra en la realidad. Por eso creo que el bien, temporalmente derrotado, es más fuerte que la maldad triunfante” (Discurso, aceptación del Premio Nobel de la Paz, 10 diciembre 1964).
  • “Creo que la verdad desarmada y el amor incondicional tendrán la última palabra”. (Discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz, 10 de diciembre de 1964).
  • “La no-violencia no es pasividad estéril, sino una poderosa fuerza moral que se hace para la transformación social”. (Discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz, 10 de diciembre de 1964).
  • “Sigo creyendo que una día la humanidad se inclinará delante de los altares de Dios y será coronada triunfante sobre la guerra y el derramamiento de sangre, y que el buen redentor no-violento proclamará el gobierno de la tierra. “Y el león y el cordero se yacerán juntos, y cada uno se sentará debajo de su vida y de su higuera, y no habrá quien tenga miedo”. Sigo creyendo que vamos a superarlo” (Discurso de aceptación Premio Nobel Paz, 1964).
  • “Llega la hora en que el silencio es traición. Ha llegado la hora en que incluso cuando presionados por las demandas de verdad interior, los hombres no asumen la tarea de oponerse la política de su gobierno, sobre todo en tiempos de guerra. Sabía que no podría volver a alzar mi voz de nuevo por los oprimidos en los guettos si no hablaba primero del mayor generador de violencia en el mundo hoy: mi propio gobierno” (“Beyond Vietnam”, Time to Break Silence?, 1967).
  • “Tenemos que hablar con toda la humildad que sea apropiada a nuestra visión limitada, pero tenemos que hablar” (Beyond Vietnam, 1967).
  • Diremos a los enemigos más rencorosos: A vuestra capacidad para infligir el sufrimiento, opondremos la nuestra para soportar el sufrimiento. A vuestra fuerza física responderemos con la fuerza de nuestras almas. Haced lo que queráis y continuaremos amándoos. En conciencia, no podemos obedecer vuestras leyes injustas, porque la no-cooperación con el mal es, igual que la cooperación con el bien, una obligación moral. Metednos en la cárcel, y aún os amaremos. Arrojad bombas en nuestras casas, aterrorizad a nuestros hijos, y os amaremos todavía. Enviad en plena noche a nuestras comunidades a vuestros bandoleros para que nos apaleen y nos dejen medio muertos, y aún os amaremos. Pero tened la seguridad de que os llevaremos hasta el límite de nuestra capacidad de sufrir. Un día ganaremos la libertad, pero no será solamente para nosotros. Lanzaremos a vuestros cuerpos y a vuestras conciencias un grito que os superará y nuestra victoria será una doble victoria” (“Amad a vuestros enemigos”, La fuerza de amar,  52-3).
  • “[…] el hombre moderno anda por un camino llamado odio, en un viaje que nos conducirá a la destrucción y a la condenación. Lejos de ser la piadosa exhortación de un soñador utópico, el mandamiento de amar a nuestros enemigos es una necesidad absoluta si queremos sobrevivir. El amor hasta para con los mismos enemigos es la clave para resolver los problemas de nuestro mundo” (“Amad a vuestros enemigos”, La fuerza de amar, 47).
  • “Perdonar no significa ignorar lo hecho o colocar una etiqueta falsa a una mala acción; significa que la mala acción deja de ser un obstáculo para sus relaciones. El perdón es un catalizador que crea el ambiente necesario para una nueva partida y un nuevo «vuelta a empezar

Bajo el lema “¿Quieres felicidad? Trabaja por la paz” del Tema Sello Martin Luther King, te invitamos a participar en el concurso “Cuentos Breves: Memorias de Excelencia y Esfuerzo”.

Concursa en tu sede hasta el 7 de septiembre con una historia original referente al valor del esfuerzo que permite alcanzar la excelencia.

Descarga las bases aquí las bases del concurso: Bases

Ver afiche

A continuación presentamos a los 4 ganadores a nivel nacional del concurso 2018.

El jurado estuvo compuesto por Mery Pereda, coordinadora nacional de Lenguaje, Erick Fernández, coordinador nacional de Educación, y Esther Gómez, Directora Nacional de Formación e Identidad.

Mi nombre es Kali, actualmente tengo 30 años y vivo en África, me desempeño como doctora en un voluntariado en Sierra Leona. Hoy les hablaré de mi vida.

Nací en Gorbea, Chile, tuve una infancia muy feliz. Fui criada por mi madre Alicia, una mujer cariñosa, hermosa y muy inteligente; y por mi padre Vicente, el “Vicho” como yo le decía. Él era un hombre extraordinario, de una sabiduría, humor y sencillez única. Vivíamos en una casa modesta, de madera, pero muy acogedora, calentita y de muchos colores, donde el olor habitual y favorito era el del pan amasado, amaba esa casa.

Desde los 5 años el Vicho me empezó a mostrar y enseñar cosas de la vida, ­­“actos sencillos que cambiarán el mundo”, me decía. Cuando comenzamos con este “juego” él me advirtió. “Sólo hay una cosa en este mundo que no te enseñaré”, con el pasar de los años les puedo decir que me enseñó todo.

Lo primero que aprendí fue a mirar a los ojos a la gente. “Al mirar a las personas a los ojos Kali, ellos sabrán que toda tu atención está en ellos”. Como en ese tiempo tenía 5 años hice lo que obviamente una niña hubiese hecho ante tan importante información, persona que pasaba frente a mí, yo la miraba fijamente, hice llorar a muchos niños y los adultos siempre me decían ¡Qué ojos más grandes!, claro, porque el Vicho me dijo que mirara a los ojos, pero no me dijo cómo, así que yo abría mis ojos a más no poder, al cabo de un mes tuve que ir al doctor y estuve dos semanas con el ojo izquierdo tapado con un parche, recuerdo que esa vez mi madre retó al Vicho.

Por largos dos años no quise jugar con el Vicho, pero un día caminado por los cerros recolectando leña le dije:

— Vicho ¿Me puedes enseñar otra cosa? Pero algo que no te rete mi mami.

— (Sonríe) Bueno Kali, ya tienes siete años, así que te enseñaré algo más que te servirá en el futuro.

— ¿Qué es el futuro?

— Jajajaja, ya lo sabrás.

“Cada vez que veas a alguien llorar Kali, abrázala, así esa persona sabrá que no está sola”. Ya con siete años había aprendido la lección, así que lo primero que hice fue practicar, y lo hice con perros, fui mordida en mis brazos y piernas, me tuvieron que poner cuatro vacunas contra la rabia y pasé siete días hospitalizada, cuando llegue al hospital no paraba de llorar, estaba con mi mami, ella fue quien que me llevó corriendo al hospital, después de dos horas llegó el Vicho, mi mami sólo lo miró, él se acercó y me abrazó, al cabo de unos minutos deje de llorar. Luego de este episodio mi mami le prohibió al Vicho seguir “jugando” a las enseñanzas, pero eso no sucedería.

El día de mi licenciatura, el Vicho me fue a dejar al colegio, se notaba algo emocionado en el camino, y fue así que me dijo:

— Estás tan grande, ya vas a cumplir 15 años ¿Te acuerdas cuando eras chiquitita y jugábamos a enseñarte cosas?

— Obvio Vicho, siempre terminé en el hospital (ambos reímos). Oye, ¿Por qué no me enseñas algo más? Ahora que ha pasado tiempo, me gustaría saber otra cosa.

— Bueno, prometo que esta vez no terminarás en un hospital.

“Cada vez que te despidas de alguien que no verás en mucho tiempo, dale un beso en la frente, así esa persona sabrá que volverá a verte”. Como era el día de mi licenciatura y debía cambiarme al Liceo, obvio, besé a todos mis compañeros en la frente, tres me dijeron que siempre me habían amado, veinte se limpiaron la frente con cara de asco y cuatro amigas no me hablaron más porque había besado a sus pololos. Fue un fiasco. Ya saben que hizo mi mami.

Ya con 18 años, me tocó la difícil decisión de irme de Gorbea a Santiago, llegaba la época universitaria y tanto el Vicho como mami Alicia, querían que estudiara Medicina en Santiago. Luego de una llorada despedida y antes de subir al bus me quedé mirando con el Vicho, él emocionado se acercó y me susurro en el oído:

— Última enseñanza, da siempre las gracias.

Me subí al bus sintiendo muchas emociones y sensaciones, pero lo que tenía claro es que no le haría caso esta vez al Vicho.

El Vicho falleció cuando yo tenía veinticinco años, lo único que recuerdo de ese día es que llovía mucho y que mi mami me dijo:

— ¿Sabías que tu padre eligió tu nombre?

— No mami, no sabía ¿Y qué significa?

— Kali es el nombre de una Diosa, destructora de las fuerzas del mal, bueno el Vicho y sus locuras. (Sonreí)

Años más tarde…

Un día en el campamento de Sierra Leona, estaba exhausta así que me recosté en una hamaca y comencé a divagar, de repente veo a lo lejos que se acerca un anciano, de unos 70 años, barba larga, semi desnudo, pelo cano y con un palo en su mano como bastón. Se acerca hasta donde estoy y me habla, para mi asombro el anciano hablaba muy bien en español:

—  Hola, ¿Me puedo sentar en esta piedra?

—  Sí, asiento, debe venir muy cansado ¿De dónde viene?

  • De muy lejos, al igual que usted.
  • Habla muy bien español
  • Sí, aprendí de todas las personas que vienen aquí, pero de usted aprendí otra cosa.
  • ¿De mí?
  • Sí, la he observado y usted trata a los niños diferente, cuando les habla o ellos le hablan, usted los mira a los ojos, también la he visto abrazarlos cuando lloran, y besarlos en la frente cuando se despiden, se ha preguntado ¿Por qué hace eso?
  • No, o sea sé que alguna vez mi padre me lo enseñó, me dijo, mira a las personas siempre a los ojos, así entenderán que tienes por un momento toda su atención; abrázalos si están llorando, así sabrán que no están solos y cuando te despidas de alguien, bésalos en las frente, así sabrán que volverás a verlos, pero no lo había vuelto hacer, de hecho cuando niña tuve malas experiencias, traté de hacerlo, pero fue un fiasco… (me detengo y suspiro)
  • ¿Qué le pasa?
  • Me sucede algo extraño, no me había dado cuenta que hacía lo que usted dice.
  • ¿Sabe por qué? Porque no lo hace a la fuerza como cuando era pequeña, hoy lo hace con amor y por eso hoy usted es feliz.

Recién fue ahí que entendí lo que siempre el Vicho me quiso enseñar, si no haces las cosas con amor jamás resultaran, el amor da felicidad. También recordé la advertencia que me hizo a los 5 años “Sólo hay una cosa en este mundo que no te enseñaré”, y me dije: el amor tiene que nacer de nosotros, nadie te lo puede enseñar.

Mientras caía una lágrima por mi mejilla, miré al hombre,  sonreí y le dije algo que nunca había dicho:

  • ¡Gracias!

Autor: Enio Rola.

Carrera: Derecho

Sede: Temuco

James vivía en un pueblo de Carolina del Norte junto a sus padres y sus hermanos. Su papá trabajaba en el campo y su mamá era empleada en la casa grande: ¡eran muy felices!

Un día, su papá le pidió que lo acompañara a su trabajo en el campo, donde recolectaba la siembra de algodón y comprendió por qué su papá cada día llegaba con sus manos llenas de heridas: los árboles de algodón tenían muchas espinas. James sintió un gran dolor en el corazón al ver el sufrimiento que esto le provocaba a su querido papá y, a pesar del dolor, cada día seguía levantándose antes del amanecer a cosechar algodón. Se sintió agradecido de trabajar junto con su madre en la casa grande y no tener tan terribles heridas en sus manos como su papá.

El tiempo pasó. James era muy querido por la señora de la casa quien siempre fue muy amable con él, tanto así que un día le dijo:

— James, me estoy volviendo vieja y quiero que me leas mis amados libros cuando ya no pueda ver.

Fue así como la amable señora le enseñó a leer a James bajo el más estricto secreto y le advirtió que jamás ningún señor de la casa debía darse cuenta de ese conocimiento, porque, entonces, ambos estarían en peligro. Así, mientras James iba adquiriendo conocimiento, la señora Caroline se daba cuenta de lo inteligente que era, pues ahora también llevaba de forma ejemplar sus cuentas, el manejo del campo de algodón, las semillas más convenientes para sembrar y calcular mejor que nadie las ganancias del año de cosecha; no hacía nada sin antes consultar con James. Al pasar los años, James comprendió la naturaleza de su existencia y el porqué de tantas diferencias entre su familia y la familia de la casa grande donde trabajaba su madre y antes de ella, su abuela y la madre de esta.

Una mañana, antes de salir a la casa grande, se dio cuenta de que el sombrero de su padre aún estaba en el lugar de costumbre y fue a revisar la habitación y se encontró con su papá muerto en su lecho, con sus manos vendadas como dormía cada noche. El dolor y una rabia infinita se apoderaron de su ser. Lloró como nunca porque su papá jamás pudo tener la posibilidad de elegir otra vida sin siquiera saber el valor del dinero merecido por tanto trabajo. A la familia le dieron esa mañana libre y en la tarde todos volvieron de inmediato a sus obligaciones para atender de la mejor forma posible a los señores de la casa grande. Al día siguiente, a James lo llamó el señor Harris quien le informó que ese día sería el último en la casa grande, porque como su padre había fallecido, alguien debía ocupar su lugar.

— Solo somos esclavos, seres de tercera categoría; valemos para el banco menos que el ganado. ¿De qué sirve que la señora me haya enseñado tanto si ahora el amo quiere que trabaje en el campo hasta el día de mi muerte, sin tener la oportunidad de utilizar mis conocimientos para tener una vida diferente?, pensó.

Así fue como pasaron los años. Su querida señora Caroline también murió y James aceptó su triste destino, hasta que conoció a una hermosa joven que llegó de otro poblado a sembrar algodón. Fue un amor tan puro, tan limpio, tan real y para siempre, como lo prometiesen en la humilde capilla donde el pastor de su iglesia bautista selló su amor en una hermosa tarde de domingo.

James construyó una linda casita para él y su esposa Delia. Participaban activamente los domingos en la iglesia donde enseñaban la palabra de Dios a los jóvenes hermanos que a ella asistían. Delia lo motivó para que compartiera sus conocimientos con los más pequeños y así fue como, en secreto, James enseñó a muchos niños a leer y a escribir. James cobijaba en su alma el humilde sueño de que alguno de esos niños podría generar un cambio para sus hermanos.

Finalmente, Delia después de una larga noche de parto, dio a luz a un hermoso varón, quien le entregó no solo un gran sentimiento de felicidad, sino que también una gran sensación de esperanza de un futuro mejor. Tomó a su hijo recién nacido en sus brazos y con sus ojos inundados por la emoción, le dijo: “Bienvenido mi querido Martin…”

Autor: CMAraya

Carrera: Servicio Social

Sede: Copiapó

No recuerdo cuándo fue la última vez que observé la luz del sol, sé que puedo verla a través de mi ventana en algunas ocasiones cuando decido abrir las cortinas, pero hace mucho que no me paro frente a ella… a charlar con ella, como lo hice alguna vez.

Todo comenzó cerrando una puerta, luego cerré una ventana, y después otra y otra. Mi cama se volvió mi refugio frente a la rutina: la mejor manera de descansar que podía existir. El problema fue que todo lo empecé a hacer allí y cuando me di cuenta, la casa se había encogido a sólo el espacio que ocupaba mi cama. Una vez que lograba levantarme debía hacerlo muy lento, pues de mis brazos y piernas habían emergido especies de ramas que quedaban enganchadas en las sábanas y mantas, lo que también resultaba doloroso. Una vez de pie, mi cadera y mis piernas crujían extrañamente. Había perdido movilidad.

Después de mucho tiempo en estas condiciones, alimentándome del frío moho que crecía en la orilla de mi ventana, tuve la oportunidad de observar un pajarillo que comía afuera, en el césped del patio que ya no usaba ni visitaba. Me quedé un rato allí, estudiándolo, y envidiándolo por no tener que preocuparse por generar una correcta vida social, ni una perfecta vida laboral ni enredarse en problemas cotidianos humanos y banales.  Él existe para sí y para los suyos. Envidié sus alas sin recordar que yo tenía mis piernas. Volví a mi cama, y allí me quedé pensando, seis días. No recuerdo todo lo que pasó por mi cabeza en ese tramo de tiempo, pero sí una cosa: acepté mi realidad. La vida del humano “civilizado” es diferente. Se crece para estudiar, y luego para trabajar, para tener y mantener una familia y todo esto para que el ciclo lo repitan tus hijos… ¿Y la felicidad, en qué parte queda? Entonces decidí ser feliz.

Durante un tiempo considerable, me dediqué a excavar un profundo hoyo alrededor de mí, luego levantaba un pie y me quedaba allí. Volvía a poner el pie en ese espacio y levantaba el otro para repetir el proceso. Resolví que toda esa tierra que había quedado fuera del hoyo un día caería sobre mí, porque eso pasa cuando haces una abertura y dejas la tierra sobrante demasiado cerca. Y así lo hizo, pero con mi ayuda. Determiné que era una buena idea que la tierra que dejé de lado me cubriera por completo. Hubo momentos en los que no respiraba. Desesperada y con mi cuerpo aplastado me cuestioné si acaso fue la mejor idea… y allí permanecí.

Después de un tiempo, hasta había olvidado que aún respiraba. Abrí mis ojos, pero no se veía absolutamente nada, tampoco escuchaba sonidos, a tal punto que cuestioné mi propia existencia.

El espacio se volvía cada vez más angosto y caluroso. En un instante sentí comezón en mis brazos y piernas, eran las ramitas que brotaban nuevamente, pero esta vez parecían raíces y noté que trataban de aferrarse a la tierra profunda en la que me encontraba. Comencé a arrancármelas. Lloré y grité del dolor y la angustia, pero no dejé que siguieran apareciendo. Finalmente cesaron de crecer. Tomé conciencia de mi situación y me vi siendo una pequeña semilla en mi jardín.

No tengo noción de cuántos días habré estado allí abajo, mis piernas atrofiadas comenzaron a moverse un poco más y no me gustaba estar allí. Necesitaba crecer como esos pequeños tréboles, como los pastos o como un enorme árbol, no sé… No sé qué clase de semilla era, sólo sé que quería emerger y ser feliz.

Logré al fin que mis manos se unieran a mi causa y me ayudaran a escalar.

Al no poder remover la tierra por lo apretada que estaba, dado que era una labor compleja, en varios momentos me sentí derrotada y con la sensación de que no saldría de allí jamás. Cerré mis ojos, respiré profundamente, saqué porciones de tierra con más calma, lento, y con la intención de no agotarme en exceso y no perder la cabeza ni la esperanza.

Poco a poco, mientras continuaba emprendiendo el viaje hacia la cima, llegaban a mis oídos murmullos, pequeños y casi inaudibles sonidos que en primera instancia no pude reconocer. A medida que subía con mi cuerpo apretado contra la tierra y mis manos ennegrecidas por ésta, surgían cantos de pájaros y voces humanas. Sentía que me estaba acercando. Escuché las hojas de los árboles mecerse, escuché la lluvia que también por su parte dificultó mi subida, pero la extrañaba, y sentirla me hizo recordar cuánto amaba estar en ella y hablarle. Así que, pese al sueño, al dolor emocional, al cansancio físico y mental, seguí abriéndome paso. Sudaba, jadeaba, y mis brazos ya estaban adormecidos, pero no me detuve. Hasta que, en un momento,  mis dedos sintieron el viento y la tierra que me cubría quedó atrás. Emergí por entre medio del abrazo húmedo como una nueva semilla que se abre, que navega gracias a aquel instinto que no siempre se entiende hasta llegar a la calma de la luz del sol. Llené mis pulmones de aire y estaba ansiosa por volver a llenarlos una y otra vez.  Y aún con el dolor de mi cuerpo, sentí la necesidad de correr por mi jardín que era, ahora, infinito.

Autor: Tiuque

Carrera: Comunicación Audiovisual Digital

Sede: San Joaquín

El día en que logré liberarme de la penumbra.

Veo mis manos puedo sentir la resequedad de mi piel, el cansancio carcome mis sentidos y un polvillo negro cubría mi cuerpo, aun así, debía seguir, la oscuridad me rodea como todos los días. No puedo ver la luz del sol ni sentir su calor.

Cada día mi mayor anhelo es poder salir, pero recibo una mísera cantidad de monedas que muchas veces me quitan si no llevo lo suficiente, ellos solo quieren un carril lleno de esas piedras, no entiendo por qué las necesitan tanto, no me parece algo valioso, piedras frías e inertes qué sentido tienen en su vida, acumulan sin cesar, siempre se comparan entre ellos con sus pechos inflados como si fuera un logro espectacular, maltratar personas, dejarlos morir en las profundidades de este infierno, ni siquiera se dan cuenta de quien falta. Hay días de sol y de lluvia, de los que nunca me entero. No me doy cuenta del paso del tiempo, no tengo espejo para observar mis cambios, ver como los años pasan por mí, como la ruta de mi vida deja sus huellas…

Desde que llegué he guardado cada moneda que me han dado esperando cumplir mis sueños, dentro de la oscuridad he visto perecer a mi familia dentro de este lugar, hacer amigos aquí no tiene sentido, pues cada día hace falta alguna cara que conocí, el dictador nos dio una choza fría y húmeda para dormir y una cama de caña, debajo de ella guardo latas de comida que relleno con mis preciadas monedas.

Hay días en que puedo salir más allá de esta penumbra, lo más cerca que me siento de una vida feliz, transporto piedras brillantes a la ciudad, así puedo ver la belleza de sus hogares, sus familias y su ganado. Uno de mis grandes sueños es tener un ganado, en una granja viva, con aire puro, una que pueda admirar sentado desde mi hogar, tener mi propia casa, pero todos esos hermosos sueños se ven truncados con la penosa paga que me dan. Esas monedas suponen ser mi sustento para alimentarme, pero prefiero guardarlas y conseguir comida a alguien más. Pues quiero salir de aquí para disfrutar la vida, no debo rendirme como lo hizo mi familia, mucho los extraño, pero son unos cobardes, se dejaron derrotar por esta mísera vida, yo no le daré ese gusto a la muerte.

Cada vez que logro salir de este lugar paso a admirar el horizonte desde lo alto de una montaña cercana, desde ahí veo un hermoso lugar, puedo imaginarlo, una casa pequeña con sus justas comodidades y una pradera verde, existe pues un espacio perfecto para ello con un cartel que dice: Se Vende si desea información diríjase a mi oficina, en La Minera Smith. Como obra del diablo, mi hermoso sueño le pertenecía al dictador, siempre obstruía mi libertad pisoteaba mis sueños como quien aplasta una cucaracha.

Ya es hora de entregar todo lo recaudado, espero que tanto esfuerzo sirviera de algo, completé las dos toneladas de mineral, me entregaron diez monedas que alcanzan para tres almuerzos, supongo que debo estar agradecido.

Muchas veces me conformo con lo que me dan, no tengo otra opción, este trabajo es a lo que me he dedicado toda mi vida al igual que mi familia, espero poder llegar más lejos que ellos y no tener su triste final.

Por fin era hora de descansar, puse mis monedas en una de las latas. Me recosté en mi cama, pero sentía como una corriente de aire frío recorría mi cuerpo, la puerta no podía cerrarse, no tiene seguro y es de cajas de tomate. Muchas veces intenté hablar con mi jefe sobre la deplorable condición de nuestras casas, pero siempre me trataba de malagradecido, estaba cansado de la misma respuesta, en medio del descanso me levanté a buscarlo, se encontraba merodeando la entrada de la mina, me acerqué a tratar de convencerlo él solo se dignó a entregarme una enorme piedra para que trabara la puerta, jamás había sentido tanta rabia, tantas ganas de romper su cabeza con esa piedra, regresé a mi casa a recoger todas mis cosas, las puse en una carretilla, incluso llevaré esa maldita piedra, fui a buscar a ese tacaño, mirándolo a los ojos le dije:

-Me voy, pero no por mucho tiempo, pues volveré a enseñarle cómo se le debe tratar a un trabajador y será con esta misma piedra que lo sacaré de este lugar.

Ignoré su risa y emprendí mi camino, la verdad no sé dónde ir, sé que estaré mejor por mi cuenta, cuando pasaba por un accidentado camino tropecé y cayó de la carretilla la enorme piedra se partió en mil pedazos, pero no se pulverizó  por completo, de su interior salió una roca del tamaño de mi cabeza, una brillante y transparente roca, nunca había visto una en todos los años que llevo entre piedras, me di cuenta de lo llamativa que era, así que la recogí y tapé con mi ropa entonces seguí mi camino sin rumbo.

No podía dejar de pensar en la roca, en ese momento recordé el lugar donde me mandaban a vender mineral, ellos eran expertos en reconocer las piedras, parecía buena idea acercarme a preguntarles, fui y el dueño del lugar se encontraba con su hermosa hija Amelia, le pregunté a su padre sobre la roca, se quedó con la boca abierta mirándola, y dijo:

-Es una roca de poco valor, no es más que una simple piedra sin color, yo puedo deshacerme de ella es muy pesada para que sigas llevándola más aún si es inservible.

Cuando estaba entregándosela, su hija me detuvo y dijo:

-No te dejes engañar por mi padre, es un buen hombre, pero cuando se le presenta una oportunidad como esta puede ser un desgraciado. Esa enorme roca es un diamante, debo confesarte que jamás había visto uno de ese tamaño, es muy grande y obviamente muy valioso, no podemos comprártelo, pues su valor va más allá de lo que tenemos, pero sé dónde podrías cambiarlo por dinero si es lo que quieres.

Su padre lleno de rabia la echó de su local, mientras ella hacia oídos sordos a sus insultos me explicaba dónde podría cambiar mi enorme roca:

-Es el lugar donde crean el dinero, nunca se acaba y podrán comprar tu roca, el Banco Central de la cuidad.

Ella me acompañó y no se separó de mi lado, además de advertirme que no dejara de ver esa roca por ningún motivo, cualquiera era capaz de matarme por ella. Llegamos a el Banco con mi carretilla lo que llamó la atención de los cajeros, pero Amelia se encargó de explicarles qué llevaba, pues antes de entrar al banco me dijo al oído:

-Será mejor que yo les pida el dinero, no es por ser prejuiciosa, pero ellos lo son y seguramente te entregarán menos dinero que el que cuesta tu preciada roca.

Empoderada exigió el dinero lo más rápido posible, demostraba experiencia, el cajero vio la enorme roca anonadado, de inmediato se cerró el banco y todos los guardias corrían, el cajero comenzó a coordinar a todos:

– ¡Tenemos una transacción de alto calibre! -gritó-.

Aseguró que nunca habían entregado tanto dinero ni siquiera el dueño de la mina tiene tanto dinero, aseguraban. No podía creerlo era imposible que fuera más rico que el dictador él parecía tan poderoso, algo inalcanzable. Amelia me entregó un papel y me explicó que tenía una libreta de ahorros a mi nombre, vi la cantidad de ceros de ese papel, no eran diez ni cien tampoco mil, era un número que no sabía leer, pude contar sus ceros y eran catorce ceros, jamás había visto algo así.

No dudé en pedirle consejo a Amelia sobre qué podría hacer para ayudar a los pobre mineros, mis compañeros, ella me dijo sin dudarlo que debía comprarle la Mina a Smith, tenía lo suficiente para hacerlo además me aseguró que él estaba ahogado en deudas con personas peligrosas por lo que aceptaría cualquier oferta para salvar su pellejo.

Fui a su oficina vestido de frac, ni siquiera me reconoció, entonces le ofrecí cien millones de pesos por su mina, lo cual le pareció una maravilla, pero con una condición:

-Este dinero no se lo entregaré en sus manos, pues será entregado a quien usted le deba dinero. Si no lo acepta me encargaré que la gente a la que le debe se entere de la cantidad de dinero que recibirá.

El Dictador furioso aceptó, me acerqué a la silla del jefe sin antes decirle:

-Yo se lo advertí con esa misma piedra lo revocaría de su puesto.

No entendió a lo que me refería, pero me invadió el placer al decírselo, en ese momento le pedí que saliera y en la soledad de la oficina comencé a pensar en mi sueño, quizás comprarme un terreno para una granja no era un sueño que me satisficiera realmente, yo quería ayudar a quiénes han sufrido tanto como yo, así fue como les regalé hermosas casas en las cercanías de la ciudad, les di un justo sueldo para mantenerse de forma cómoda, le puse un ascensor a la mina para que pudieran salir todos los días, les entregué todo lo que me hizo falta.

Autor: Katerina

Carrera: Enfermería

Sede: La Serena